Este molde de piedra se utilizaba para fundir placas de plomo llamadas enseignes, que los peregrinos llevan en su ropa como recuerdo de su viaje. El rostro de San Miguelse asocia a la concha, evocando la fauna de la bahía del Monte Saint-Michel. El escudo del santo lleva, en la cara, una Virgen con el Niño, en el reverso, las armas de Francia. Mientras que la mayoría de los carteles representan a San Miguel triunfando sobre el mal, este diseño se limita al rostro del santo, una concentración de sus poderes protectores.