Sonajero con un mango (¿roto?), una cabeza con cuatro protuberancias a los lados y otra en la parte superior. El orificio por el que pasó la campana sigue siendo claramente visible.
Sonajero galo-romano descubierto en Rennes, de terracota Entre los juguetes que se daban a los bebés en la civilización romana, hay que contar los sonajeros. Adoptaron diversas formas, incluso animales. Eran de metal o de cerámica, como este ejemplo único conservado en el Museo de Bretaña. Los textos antiguos atestiguan el uso de estos objetos, conocidos en latín como "crepitaculum", del verbo "crepare", que significa "hacer ruido". No hay nada que identifique a un sonajero en este objeto con sus cinco protuberancias, pero basta con agitarlo para escuchar el sonido del característico cascabel, lo que lo convierte en uno de los juguetes más antiguos para niños pequeños cuyo uso ha perdurado durante más de dos milenios.